lunes, 29 de octubre de 2007

La paradoja temporal

LA PARADOJA TEMPORAL

Con eso de no moverse de los años treinta, los socialistas han creado una paradoja temporal de Premio Nobel: el progreso y la democracia consisten en volver a empezar el mundo a partir del año 31. Si alguien prefiere volver al año 78, tan constitucional, es un nostálgico, ya saben.

En los 60, 70, 80, 90 y después, fue igual siempre: “Hay que arreglar esto de la guerra. La hemos de ganar definitivamente: lo dicen hasta en las logias”. Y, según las décadas, había unas u otras razones para demostrar que la república que sovietizaron era el paraíso en la tierra, y para hacerse el loco respecto a los “daños colaterales” que produjeron, incluido el propio Levantamiento, que aun ahora dicen que fue conjura de curas, banqueros y nazis. ¡Y hablan de conspiranoicos! O sea, con dos cojones.

Hasta la derecha ha cometido el mismo error que la de Gil Robles entonces: no acertar a defenderse e insistirnos con mucho susto en que se ha de hablar del futuro porque, si no, la llaman nostágica y extrema derecha, cuando en realidad el único futuro que parecen perseguir los socialcomunistas es 1931. Tienen que “arreglar” 1931 y, de paso, 1936. Es que no se les va de la cabeza.

El sabio Fusi, historiador, ha recordado que en el 77 y 78 se hizo otra memoria histórica que se nos ha olvidado. O sea, Franco, qué malo; calles y ciudades borradas del mapa, escudos nacionales defenestrados, con crucifijos, monumentos, libros, bustos, retratos y lo que se pillaba. “Devolución” de patrimonios a los buenos republicanos, normalmente pagados con el dinero de los tiempos de Franco. “Tanto así para los sindicatos clasistas. Tanto asao para los partidos clasistas”.

Y no sólo entre el 76 y el 78, no. Se han pasado los 32 ó 33 años dale que te pego con los lamentos republicanos y la necesidad de discriminación. Pobrecitos ellos, los buenos, que el Ejército, sin tener razones, les empezó a vencer y poner en fuga. Con subterfugios, claro. A ellos, que eran los leales y los demócratas y tan listos que, disponiendo de la mayoría del ejército, lo disolvieron por si las moscas. Genios que eran.

Pero, desde antes de la muerte de Franco, España ha sido una larguísima memoria histórica fracasada y carísima, como aquello de los ascensos de “los leales”, convertidos de tropa vencida a oficiales y jefes, cobrando atrasos. Más de treinta años a todo vapor para satisfacer nostalgias; algunas de ellas asesinas.

Y, entonces. Zapatero. Con gran originalidad le parece que hace falta más memoria de esa, cuando lo que es menester es más entendimiento, porque ya son muchos años derribando para que nos creamos que lo hacen por rectos motivos: brincan entre la venganza y la voluntad de conseguir los objetivos que se fijaron sus abuelos en 1931. Es decir, una tiranía de gran porte, donde haya leyes para unos y para otros, según sean de los buenos ateos o de los malos católicos. Véase que al Obispo de Menorca, anciano y ciego, lo mantuvieron vivo para que firmara un comunicado propagandístico diciendo que aquella falsa república respetaba la libertad de culto.

El genial Zapatero sólo da más de lo mismo, pero algo más cargadito de bombo y charanga. Aquí ya sólo quedan tres cosas que derribar. Todo p or la demagogia. Así que es el momento de decir al chisgarabís que el 31 no es el futuro, porque no lo sabe. A no ser que sí, que 1931 sea el futuro que aguardan desde 1939; el que buscan y quieren.

Repetir y repetir el mundo hasta que les salga bien. Pero entonces va el Papa y beatifica a muchos muertos de un golpe. Todos de un bando y ni uno sólo de “los leales”. Qué cosas.

Arturo ROBSY

Los hombres estos fusilaron el Sagrado Corazón del Cerro de los Ángeles.
Bajo un gobierno socialista. Del Psoe.
La foto es una composición para
orientar al Psoe de hoy y de Zapatero.